¿Historia o historias? La palabra en sí
tiene múltiples significados y como polisemia ya implica una profunda
reflexión. La historia en cuanto hecho no cambia, pero el conocimiento que se
produce sobre ella sí es dinámico; entonces el conocimiento histórico cambia
así como los valores que pretende generar; se avanza en la medida que lo hace
la historia-ciencia, base de toda historiografía, entendida como estudio
razonado y profundo sobre el pasado, pero la ciencia no es neutral, sino que
apoya y tributa a posiciones políticas y sociales, estemos o no conscientes de
ello.
La historia que en gran medida se ha
escrito hasta ahora se basa en la etiología del poder, en justificar procesos
donde existen grandes ausentes y son silenciadas las voces de las mayorías. Por
supuesto, se encuentran excepciones donde se perciben construcciones históricas
que intentan una búsqueda ética y ontológica diferente, de subvertir esa
tendencia de justificar el presente con el pasado, explicar y comprender los
grandes procesos que al final coadyuven a la mejoría de las grandes mayorías de
la humanidad, no de las élites del poder.
En este sentido, la historia-cátedra,
la enseñanza de la historia, debe asumir un rol diferente al que hasta ahora se
ha otorgado, porque es a través de ella que se hace consciencia colectiva.
Conjugar los avances de la historia-ciencia y la historia-cátedra, es un compromiso
que debe ser asumido por los enseñantes de historia. Ni la una ni la otra son
neutros. La historia-cátedra avala la creación de valores morales y éticos que
impone un tipo de ciudadanía, que en una sociedad de clases respalda la
explotación y la pervivencia de las mismas. A estas acepciones sigue la
historia como posibilidad, tanto de investigar y escribir, como de actuar en
esa historia que cree necesaria.
Partiendo de la polisemia que se
encuentra en las acepciones de historia que se ubican en el Diccionario de la
Academia de la Lengua, se sigue el itinerario de la historia en cuanto hecho o
suceso, sobre el cual se construye un discurso histórico, seleccionando
teorías, métodos, técnicas de investigación, así como temas, datos y formas de interpretación.
Lo anterior permite afirmar que toda historia es elección que, a su vez, está definida
por la formación personal de quien escribe. De esta manera unos mismos datos
pueden ser leídos y escritos de una manera magistral o deficiente dependiendo
de quien haga la interpretación, así como puede tributar a la liberación o a la
opresión de las mayorías. Esta dicotomía que se presenta también en cuanto a la
posición de quien historia y la finalidad del discurso histórico. Puede estar
de parte de la historia al servicio o de élites del poder o en otro caso para
darle voz y presencia a las mayorías desposeídas, en ambos casos se encuentran
trabajos de erudición y de no buena calidad literaria ni argumentativa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario