jueves, 8 de noviembre de 2018

Segunda Escuela de Pensamiento Descolonial, Caracas 2017

La Segunda Escuela de Pensamiento Descolonial, realizada en Caracas, desde el 23 al 26 octubre de 2017, trató sobre las «Posibilidades y opciones de las revoluciones en el Sur global del siglo XXI. A 150 años de la publicación de El Capital y a 100 años de la Revolución Rusa»
Caracas, 23 al 28 de octubre de 2017

Adjuntamos los audios de esta Escuela de Pensamiento Descolonial, donde estuvimos gracias las gestiones realizadas por la politóloga María Teresa Espinoza y con el apoyo del Centrpo Nacional de Estudios Históricos. Los audios fueron facilitados por José Luis Omaña (UNEARTE).

23 de octubre
Foro 1
Tiempo y Poder
Presentación: Liz Guaramato (min. 0:00-0:08,47)
Introducción: José Romero Losacco (mins. 0:08,49-0:12,55) /
Inicio de la discusión el problema de la temporalidad y la decolonialidad
Ramón Grosfoguel (mins. 0:17,40-48,08) /
José Romero Losacco (mins. 0:48,41-1:00,33)
Preguntas y respuestas (mins. 1:00,34-2:19,48)
Modera: María Clara Rossel
Audio:

Foro 2
Movimientos Populares, Capitalismo, Estado y Nación
Presentación Liliana Buitriago (mins. 0:00,00-0:07,1 9)
Iwasi Lushaba (mins. 0:07,21-0:40,15) /
Liliana Buitriago (mins. 0: 40,16-0:41,47) /
Reinaldo Iturriza (mins. 0:41,49-1:18,08)
Preguntas y respuestas (mins. 1:18,09-2:25,24)
Moderan: José Luis Omaña-Liliana Buitriago
Audio:

Foro 3, 24 de octubre
Sentires, Saberes Comunes y Hegemonía
Presentación Guillermina Soria (mins. 0:00,33-0:09,52)
Karina Ochoa (mins. 0:09,53-0:26,15) /
Inés Pérez Wilke (mins. 0:26,17-0:41,43) /
Ramón Grosfoguel (mins. 0:41,50-1:02,21) /
Preguntas y respuestas (mins. 1:02,22-2:31,45)
Moderan: Guillermina Soria-Indhira Rodríguez
Audio:

Foro 4, 24 de octubre
Tiempo y Poder
Presentación (mins. 0:00,00-0:06,02)
Juan José Bautista Segales (mins. 0:06,05-1:34,00) /
Moderadora (mins. 1:34,03-1:35,17) /
Rubén Reinoso (mins. 1:35,18-1:59,28) /
Presentación (mins. 1:59,29-2:02,03) /
Rubén Reinoso (mins. 2:02,04-2:07,40) /
Juan José Bautista Segales (mins. 2:08,12-2:55,13) /
Preguntas y respuestas (mins. 2:55,14-3:16,21)
Relatoría: Ani Tintero-María Clara Rossel
Audio:



Primera Escuela de Pensamiento Descolonial, Caracas 2016



En octubre de 2016 se realizó la Primera Escuela de Pensamiento Descolonial, cuyas memorias circularon en la tercera convocatoria, dos años después con el título de «Encuentros Descoloniales»; aquí se presentan el resultado de esta actividad.  

Índice

Presentación 11
La política de la liberación 15
Enrique Dussel

Caos sistémico, crisis civilizatoria y proyectos descoloniales: pensar más allá del proceso civilizatorio de la Modernidad/colonialidad, 61
Ramón Grosfoguel

La gran divergencia y la brecha colonial, 91
José Romero-Losacco

Marx y la transmodernidad decolonial, 127
Juan José Bautista Segales

Desplazamiento en la mirada: de los marxismos a los feminismos descoloniales, 177
Karina Ochoa Muñoz

La perspectiva de la ecología política y la agricultura latinoamericana, 213
Héctor Alimonda

La historicidad de los sistemas agrícolas latinoamericanos (hasta la década de 1980), 231
Héctor Alimonda

Territorios, tierra, territorios: formas de propiedad y universos simbólicos en la agricultura latinoamericana, 247
Héctor Alimonda

De la falla metabólica a la reconstrucción de la vida 263
Héctor Alimonda

Seminario de Héctor Alimonda: “Colonialidad de la naturaleza” 279
Ximena González Broquen y Eisamar Ochoa



miércoles, 7 de noviembre de 2018

Transmodernidad y Epistemes Decoloniales


El concepto de transmodernidad es fundamental para comprender los procesos que se plantean desde la opción decolonial, por cuanto la modernidad se ha implantado de múltiples formas y todos estamos inmersos en ella, sin excepción. Algunos en su totalidad, otras comunidades, otros pueblos aunque han sido sometidos a sistemas desde la modernidad han mantenido formas alternas al proyecto moderno, en este sentido, desde esas experiencias pueden hacerse críticas tanto a los mismos pueblos en su estructura sometida y moderna, y en su parte externa al proyecto moderno en su conjunto.



El mercado del capitalismo mercantil se abre con la invasión española a estas tierras denominadas por los conquistadores como América, donde se da inicio a la primera modernidad, la cual según Dussel empieza en España, aspecto contrario a las interpretaciones que existen en Europa y Estados Unidos, e incluso en la misma aludida nación. Esta primera modernidad se ubica aproximadamente entre 1492 y 1630; con características musulmanas por Andalucía, influenciada por el Renacimiento italiano llegado con la «Reforma» del cardenal Cisneros, así como con la influencia de los dominicos salmatiences, y con la corriente barroca del jesuita representado por el filósofo Francisco Suárez, que inicia el pensamiento metafísico moderno, quien influye en la formación de Descartes. Asimismo la literatura moderna se inaugura con «El Quijote», con personajes que oscilan entre el islamismo y el cristianismo de la  modernidad europea; la primera gramática corresponde a Nebrija en 1492, mientras la primera revolución burguesa se da en Castilla, cuando los comuneros pelean por los fueros urbanos en 1521, y la primera moneda mundial fue de la plata de México y Perú que pasaba por Sevilla y llegaba China. Para Dussel «es una Modernidad mercantil, preburguesa, humanista, que comienza la expansión europea».
A esto sigue una Segunda modernidad, en las españolas Provincias Unidas de los Países Bajos, que termina a principios del siglo XVII, cuando se encuentra un desarrollo de la Modernidad, propiamente burguesa (1630-1688). Para Dussel la Tercera modernidad, es inglesa y luego francesa, que parte del modelo antes descrito que filosóficamente fue iniciado por Descartes y Spinoza, ampliándose con mayor ámbito la «práctica en el individualismo». La revolución industrial culmina de concretar el predominio de la modernidad en diversos sentidos.
Parte de allí la imposición de un tipo de ideas, conceptos, visiones que tienen por finalidad justificar el sistema que se implanta, desde una óptica universal que pretende tomar como esencia el ser. Por ello quienes no pertenecen a este mundo se ubican en la zona del «no ser», es decir se duda hasta de su condición humana, son los racializados, etnizados, explotados y oprimidos. El concepto de transmodernidad es diferente al de postmodernidad en cuanto éste designa una etapa posterior de la modernidad mientras la «transmodernidad» indica aquellos procesos que pueden permitir lo inédito viable que están precisamente en esos sectores que han sido excluidos y, por esa razón, mantienen elementos diversos tradicionales unos e inventados otros que escapan a la lógica de la modernidad.
La crítica es una palabra que proviene del griego que indica por una parte «crisis», pero asimismo se puede asumir como «juicio» y en su acepción prima de «tomar distancia», cuya acción es necesaria para comprender los procesos que se viven, y por tanto quien mejor puede tomar distancia son aquellos que no están dentro, que en el caso de la modernidad son los excluidos, racializados y explotados. Por esto ellos constituyen parte esencial del locus enunciador, de la red colonialidad – modernidad – decolonialidad / epistemología del Sur.


Desde la visión crítica se puede abordar los temas no como «universos» sino como «pluriversos», entendiendo que el primero es una visión unívoca, una versión válida para todos; mientras el «pluriverso» refiere a aspectos que se vislumbran en una o muchas culturas, pero que puede llegar a ser asumido por la humanidad entera en el planeta. En lo «pluriversal» existen semejanzas y en éstas no hay identidad pero tampoco diferencia. En estas semejanzas existe distinción y afinidad.
Por tanto el vocablo «pluriverso» es un término técnico, ético, ontológico, filosófico que nos acerca a esa visión del mundo que viene, de lo inédito viable.
Es claro que la «post-modernidad» se inscribe aun en el sistema de la modernidad, por tanto no rompe con ella, de allí que como opción alterna se presente la categoría de «trans-modernidad» es decir la superación de la misma a través de los resquicios que deja entrever, de la fisuras existentes en la modernidad.
Dussel plantea que la modernidad que se conforma a través del capitalismo, el colonialismo y el sistema-mundo, no es coetánea con la hegemonía europea como «centro» del mercado mundial con respecto a las demás culturas. Por tanto no existe sincronía entre la «centralidad» de la modernidad y el mercado mundial, porque Europa se asume como centro luego de implantada la «modernidad». Hasta 1789, argumenta Dussel, China e Indostán mantenían la importancia económica del mercado mundial con porcelana, tela de seda que no igualada por Europa, quienes no tenían nada que ofrecer al mercado externo oriental y que había podido comprar en el mercado chino por la plata que ingresaba desde la colonia americana, especialmente de Perú y México (aunque Wallerstein afirma que la centralidad cultural y el mercado europeo si eran coexistentes).
Europa empezó a ser el «centro» del mercado mundial después de la revolución industrial y, a partir de allí, amplificar el sistema-mundo; mientras en el plano cultural asume la hegemonía con la Ilustración, cuyo origen se encuentra en la filosofía averroísta del califato de Córdoba como pasó en la obra del filósofo marroquí Al-Yabri. La hegemonía  central e ilustrada de Europa apenas alcanza un poco más de dos siglos, «¡Sólo dos siglos!» exclama asombrado Dussel porque es históricamente un plazo muy corto para conformar un núcleo ético-mítico, ante «culturas universales y milenarias como la china y otras del extremo oriente (como la japonesa, coreana, vietnamita, etc.), la indostánica, la islámica, la bizantino-rusa, y aún la bantú o la latinoamericana».


Estas culturas –continúa Dussel– que se presentan como «exteriores» a la modernidad y continúa una parte esencial del planteamiento: por una parte son negadas como cultura:
«Esas culturas han sido en parte colonizadas (incluidos en la totalidad como negadas… pero en la mejor estructura de sus valores han sido más excluidas, despreciadas, negadas, ignoradas más que aniquiladas. Se ha dominado el sistema económico y político para poder ejercer el poder colonial y acumular riqueza gigantescas, pero se ha evaluado a esas culturas como despreciables, insignificantes, no importantes, no útiles»
Y, por contradicción, ese mismo desprecio les ha permitido sobrevivir en el silencio, la oscuridad y el menosprecio tanto de sus propias élites de la modernidad europizada, para argumentar:
«Esa “exterioridad” negada, esa alteridad siempre existente y latente indica la existencia de una riqueza cultural insospechada, que lentamente renace como las llamas del fuego de las brasas sepultadas por el mar de cenizas centenarias del colonialismo. Esa exterioridad cultural no es una mera “identidad” sustantiva incontaminada y eterna. Ha ido evolucionando ante la Modernidad misma; se trata de una “identidad” en sentido de proceso y crecimiento pero siempre como exterioridad»
Estas culturas son universales, alternas, asimétricas desde sus  «condiciones económicas, políticas, científicas, tecnológicas, militares» y mantienen una «alteridad con respecto a la propia Modernidad europea», con la cual han convivido, respondiendo a su manera a los desafíos que presenta «no están muertas sino vivas, y en la actualidad en pleno proceso de renacimiento» en la búsqueda de caminos para su desarrollo futuro, pero al no ser «modernas» tampoco pueden ser «post-modernas». Escribe Dussel «son Pre-modernas (más antigua que la modernidad), coetáneas a la Modernidad y próximamente Trans-modernas». Las culturas china o vedantas no podrán nunca ser post-moderno-europeas, «sino otra cosa muy distinta y a partir de sus propias raíces».


De manera que el concepto de «trans-moderno» señala la novedad radical que irrumpe desde la Exterioridad alterna, de los diferentes, de culturas universales en proceso, que asumen los desafíos de la modernidad y la postmodernidad ya sea europea o norteamericana, pero son respuestas desde otro lugar de enunciación locus de enunciación, es decir  other Location, por tanto indica en primer lugar que el punto de partida son las propias experiencias culturales por lo que pueden responder con soluciones inimaginables para la cultura moderna o postmoderna. La cultura trans-moderna puede asumir incluso aspectos positivos de la modernidad, evaluados desde criterios diferentes de otras culturas milenarias, es pluriversalmente rica, diversa y establecerá un diálogo intercultural profundo desde las asimetrías existentes.


Referencias

DUSSEL, Enrique (2015). Filosofía de la cultura y Transmodernidad: ensayos. México, Universidad Autónoma de la ciudad de México.

DUSSEL, Enrique (2003). «Transmodernidad e interculturalidad». Interpretación desde la Filosofía de la Liberación, en: Revista Erasmus, año V – N° 1/2- 2003.

Enrique Dussel. Pluriverso y Transmodernidad (video)
Ver: https://www.youtube.com/watch?v=BGuOaTey2UY

Ramón Grofoguel. Transmodernidad y pluriversalismo (video)
Ver: https://www.youtube.com/watch?v=RvYV0uqtaxA

martes, 6 de noviembre de 2018

Estéticas decoloniales: Mirar y forjar la vida



Mirar desde lo profundo
Marta Traba escribió el ensayo «Mirar en Caracas» en 1974, el mismo fue punto de partida para la compilación que hizo la Biblioteca Ayacucho de la misma autora titulado «Mirar en América»,[1] donde se recogen una serie de trabajos sobre críticas de arte desde una visión profunda de Latinoamérica. Me basaré fundamentalmente en el primer texto citado para tomar unas ideas que son relevantes para lo que se ha denominado estéticas decoloniales, lo cual indica que desde hace muchos años ha existido la inquietud de percibir nuestra esencia humana. 



Inicia el texto por la visión que un extranjero puede tener de una ciudad como Caracas a principios de los años 70, donde resultaba difícil comprender el enfoque progresista y cosmopolita conciliables con las autopistas y los ranchos, los ranchos y conjuntos habitacionales diversos, las colinas que abarcan el camino antiguo en la vía a La Guaira, con la asepsia de los centros comerciales. Es decir contrapone diversos elementos que integran un desorden donde la modernidad se expresa en conjunto con la miseria de la bestial explotación económica y social, panorama que desde entonces hasta hoy poco ha cambiado en su esencia aunque ciertamente se ha agudizado con nuevos y diversos elementos, donde riquezas extraordinarias y los mejores café pueden ocultar –o pretenden ocultar– la forja de diversa confrontación con la pobreza.
Asume Traba que quizás sea pertinente revisar cómo las vanguardias miran solamente al futuro omitiendo lo pasado y lo presente como hacen las vanguardias internacionales, en razón de lo cual desconfía de este movimiento porque se lanzan a espacios desconocidos sin más finalidad e incentivo que la aventura; porque el mundo del arte en la modernidad lleva las de ganar quien primero presenta un espectáculo para quienes detentan el poder e imponen a su vez una forma de conocimiento. En el entendido que las vanguardias son representación del tipo de sociedades altamente industrializadas, donde la influencia de los medios de comunicación ha impreso una «marca indeleble» sobre el proceso de creación artística, donde la coherencia y dinámica interna de la creación fue obviada «y pasó a avanzar a saltos, como la historia, marcado por peripecias y acontecimientos, en lugar de definirse como un acto de reflexión de grupos capaces de crear modelos donde la comunidad quede expresada y representada», impuesta desde nuestros propios artistas que la han copiado, por lo que llega a preguntarse ¿A qué se debe, entonces, la enfermedad de las vanguardias? Inquiriendo que se debe a algunos artistas que ven el mundo de manera indeleble, con poca visión de originalidad y fecundidad.



Es necesario tener presente que vivimos en un mundo diferente a Europa y Norteamérica, y es importante en tanto la modernidad pretende borrar las diferencias entre unas y otros para que asumamos sus características, para que les imitemos de la más burda manera, de  modo que las vialidades, los avisos luminosos generan un espectáculo que pretende imitar las urbes mundiales, dejando de ser aquello que representamos, somos y sentimos. Dejando de ser  nosotros mismos para asumir lo que otros son y donde la pasión por las vanguardias conllevan el mayor desprecio a la personalidad y a la creación con una impronta personal. Afirma Traba «esa horrenda costumbre de las más horrendas ciudades americanas, como Los Ángeles o Miami, de carecer de médula, columna vertebral, cabeza, tronco, para descuartizarse en torno a la ritual monotonía de los centros comerciales, también ha atacado a Caracas», pero asimismo ocurre con cualquier otra ciudad venezolana, ya sea Valencia, Barquisimeto, Acarigua, Araure, Barinas o San Cristóbal, que han sido tragadas por la estética de los centros comerciales y de sus imposiciones culturales. Continúa señalando, así que para mirar una ciudad de las mencionadas «hay que pasar de centro en centro, de mundo igual a mundo igual, de figurita repetida a figurita repetida, con los mismos alucinantes reencuentros de los mismos carteles, los mismos bancos, los mismos negocios».
A estas perspectivas del arte europeo y norteamericano, Marta Traba presenta una tercera alternativa que no pretende escoger ni depender «de uno o de otro sistema, sino la de caminar con piernas propias», lo cual resulta impensable para algunos críticos de arte de la modernidad y a la vez «tan ineluctable parece ser nuestra condición de colonizados culturales», porque deben romperse los métodos y propuestas de uno y otro, ya sea europeo y norteamericano, de las cubiertas de las formas de vida baratas que nos han impuesto en la barbarie consumidora de la modernidad y el mercado. Aunque para el desdeño de Europa, la displicencia se expresa al extremo de la casi inexistencia.
El dinero que circula en Venezuela por la economía petrolera permite acentuar estas percepciones limitadas del arte, por cuanto los sectores pudientes han logrado comprar con prolijiosa animosidad y munificencia una cantidad inusitada de obras como forma de mantener vistosidad de cierto estatus; a la par de ser un patrimonio susceptible de evaluar. El poder del cinetismo o de algunas obras de teatro que se mantienen en cartelera a pesar de su deficiencia, por ejemplo, se debe a que este arte «goza de favores, prebendas y fortuna que lo mantienen en cartelera. Mientras hay demanda, hay producto».
Se hace necesario entonces comprender este movimiento donde las «minorías creativas estimuladas por las minorías adineradas, produciendo una indescriptible confusión donde los valores se trastocan», con otro esfuerzo creativo, que con lucidez afronte el hecho estético desde la visión de lo que hemos sido, de lo que se ha impuesto, de lo que somos y de lo que queremos ser, generalmente son creadores solitarios de profundo pensamiento crítico cuyas obras son desestimadas porque marcan punto contracorriente. Argumenta Traba «es imposible que un pueblo tan estupendo como cualquier otro latinoamericano, fortalecido por las mezclas étnicas, en la órbita de esa inagotable maravilla que es el Caribe, viviendo casi ininterrumpidamente desde la Independencia en un vivac político, lleno de tremendas contradicciones, capaz como pocos de sobrellevar sus infortunios con una bravura legendaria, se conforme con mirarse en los espejos deformantes de los feriantes artísticos de turno, sean norteamericanos o europeos»
La posición se trata de romper la dependencia, el silencio, el mimetismo, porque si bien el arte puede desarrollarse a la par, no de universalismo que impone Europa y Norteamérica, sino del pluriversalismo que posibilita reconocernos como pueblo, con una impronta diferente, con un potencial que deja los intersticios de la creación del amor, de lo que somos y por qué somos parte de este pluriverso.
En América desde el tiempo de invasión y conquista se han impuesto diversas formas de violencia que caracteriza el acto de conquista, tema que no escapa a la autora ni lo obvia pero « si éste es un país violento refrendado por sus escritores como tal y conducido a la violencia con espantable y sistemática regularidad por sus procesos políticos, ¿en qué cara de Venezuela queda el triunfo de un arte neutral, apolítico, de investigaciones y de juegos, de diversiones y entretenimientos ópticos? En el reverso de esa realidad mensurable, existente, que constituye un concreto y dramático anverso»
¿El «artista» se presentará entonces ajeno a estas realidades o buscará en sus intersticios el espacio para sembrar esperanzas y luces? La o el artista debe romper el mimetismo insípido, sus propios miedos, para afrontar las esperanzas. Por ello la autora presenta dos niveles del hecho creativo «1) como hechos creativos originales y, 2) como hechos creativos cuya originalidad revele al mundo la existencia de un sitio llamado Venezuela, está, creo yo, muy lejos de haberse resuelto», donde la realización debe buscarse por estructuras colectivas de pensamiento y reflexión sobre el hecho estético que tome conciencia del problema de la identidad del pueblo venezolano, más allá de proyectos personales, donde la obra retome la capacidad organizativa y el mensaje de esperanza y optimismo a pesar de las dificultades, más allá de considerar la obra como objetos sacros.

Formas de mirar en específico
Ver una obra de arte, una creación estética no es un oficio que se parezca a ningún otro. Requiere tener espíritus análogos para subrogarlos, para resucitar sus ideas y sentimientos. Crear una obra necesita entonces de una sensibilidad que permita captar las ideas de la creación e imaginarlas antes de gestarse, de sentirse, de meditarse. Situarse como observador de una obra, sea de pintura, escultura, teatro, música, canto, danza, audiovisuales implica entonces colocarse en el plano del diálogo con el autor, no en el de juez, sino de comprender las motivaciones profundas.[2] Por lo general una persona sensible ama la obra de arte por su significado mismo desde el desafío del significado. En la construcción se bosquejan diversas ideas hasta llegar a una donde se manifieste la fuerza de la creación. Luego se perfecciona en detalles, una obra de arte cubre los detalles a la perfección, pero ella en sí no es un detalle, recuerda Da Vinci.
El artista es un esteta en el entendido de la relación con el ser humano y la vida misma; a saber de los sentidos: vista, gusto, olfato, tacto, oídos que pasó a partir del siglo XVII a definirse como sensación de lo bello y sobre esta premisa se estableció un canon de belleza universalmente aceptado, porque provenía de los lugares donde se ejerce el poder.[3] Es pues la imposición de determinadas sociedades sobre otras, de sus sistemas y valores, económicos y sociales que crea una colonialidad del poder que su vez impone una colonialidad del saber, esta indica que unos son los que saben y los otros ignorantes y objetos de estudio de esta sabiduría y bajo estos patrones, en consecuencia también se imponen unas formas determinadas de creación en la pintura, escultura, música, danza, teatro, cine y toda creación humana. De manera que esos cánones estéticos no son, más ni menos, que manifestaciones de la colonialidad del saber, sobre la cual nos han convencido de ser la única posibilidad y por ello múltiples creadores no pasan de ser copias más o menos recreadas de esos parámetros.
La comprensión dialéctica entre el hacer la obra y quien disfruta de ella son complementarias, donde las experiencias van llenando los vacíos de ideas que generan nuevas propuestas y pensamientos, nuevas formas de hacer, muchas veces simplificando elementos y recreando perspectivas y posiciones, venciendo inquietudes antes y aun después de realizar la obra, de pensar en esta y cómo será la próxima todo está ligado al fenómeno de ver, oír, palpar, oler, degustar porque arte «significa adivinar cómo, cuándo y por qué debemos entregarnos para encontrarlo y encontrarnos».[4] 
La búsqueda estética entonces debe estar presente desde lo que fuimos, lo que somos y las aspiraciones que tenemos, comprender la modernidad implica asimismo asumirla desde la crítica creativa, desde el estudio y sobre todo de intentar romper con los cánones y conocimientos impuestos como «belleza universal» realizar una búsqueda profunda de los parámetros de belleza «pluriversal».

Referencias
Mignolo, Walter D. «Aiesthesis decolonial». Calle14, volumen 4, número 4, enero - junio de 2010, págs. 10-25.

Otero, Alejandro. «Saber ver» y «Para acercarse a Alejandro Castillo», ambos textos en: Ensayos venezolanos para jóvenes. Caracas, Fundación Metrópolis-Ministerio de Cultura, 2006, págs. 21-28.

Traba, Marta. Mirar en América. Selección, prólogo, cronología y bibliografía Ana Pizarro. Presentación Juan Gustavo Cobo Borda. Caracas, Biblioteca Ayacucho, Colección Clásica Nº 218, 2005, págs. 212-219.
Ver:






[1] Traba, Marta. Mirar en América. Selección, prólogo, cronología y bibliografía Ana Pizarro. Presentación Juan Gustavo Cobo Borda. Caracas, Biblioteca Ayacucho, Colección Clásica Nº 218, 2005, págs. 212-219.
[2] Puede revisarse dos ensayos de Alejandro Otero: «Saber ver» y «Para acercarse a Alejandro Castillo», ambos textos en: Ensayos venezolanos para jóvenes. Caracas, Fundación Metrópolis-Ministerio de Cultura, 2006, págs. 21-28.  
[3] Walter D. Mignolo. «Aiesthesis decolonial». Calle14 // volumen 4, número 4 // enero - junio de 2010, págs. 10-25.
[4] Otero. «Saber ver» Op. Cit., pág. 24.

lunes, 1 de octubre de 2018

La cultura popular como fetiche de empresas tabaqueras en Venezuela


Dos importantes trabajos relativos al tema de la cultura, la identidad y el nacionalismo y de cómo la industria del tabaco y el cigarro logró hacer fetiches de estas manifestaciones. El primer trabajo es de David Guss «The Festive State: Race, Ethnicity, and Nationalism as Cultural Performance» (2001), libro traducido al castellano por Yolanda Salas y quien a su vez es la autora del segundo ensayo titulado «En nombre del Pueblo, nación, patrimonio, identidad y cigarro», ambos textos de necesaria consulta a quienes quieran adentrarse en el estudio y comprensión de las diversas formas que la modernidad puede utilizar para apropiarse de elementos simbólicos de los pueblos, de las formas como logra hacerla parte de la industria al ocultar detrás los valores que la sustentan, las más inusitadas maneras de comercio, de ganancia y capital.



El trabajo de Salas publicado en 2004 formó del «Programa Globalización, Cultura y Transformaciones Sociales» del Centro de Investigaciones Postdoctorales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela.
Ambas investigaciones evidencian que tras la aparente defensa de la cultura se esconde la promoción e incentivo del consumo masivo de una gran industria, en este caso la del tabaco y el cigarro, y tienen por finalidad poner al descubierto el carácter destructivo de diversas estrategias que las corporaciones multinacionales del tabaco han utilizado para generar una imagen, aplacar y limpiar su conciencia basándose en la utilización y manipulación de las manifestaciones de la cultura popular tradicional.
La British American Tobacco (BAT), conocida en Venezuela con el nombre de C.A. Cigarrera Bigott, a través de la fundación del mismo nombre, ha construido una serie de imágenes y representaciones sobre la cultura popular tradicional, sobre la identidad y el patrimonio venezolano, que aunque toma elementos de éstas manifestaciones a su vez las deforma, condiciona y fetichiza, es decir las enajena de su propia realidad, y las mercantiliza ocultándose en supuestos valores tradicionales.



Las empresas tabacaleras se han ubicado incluso por encima de los elementales derechos de la salud, socavando y minimizado las acciones anti-tabáquicas a nivel de los gobiernos por diversos medios a su disposición para impedir demandas y evitar que se aprueben legislaciones restrictivas del tabaco o colocando trabas y reduciendo las investigaciones que no favorecían a la empresa tabaquera, y a la vez con campañas de desprestigio a las organizaciones que gestionaban estas investigaciones, como la Organización Mundial de la Salud.
A la par que se han convertido en promotoras y gestoras de manifestaciones culturales de las cuales han tomado determinados elementos que han caracterizado e impuesto desde la colonialidad del poder económico y de la colonialidad del saber para hacer pensar a las grandes mayorías que es el único válido y verdadero, aunque en esencia tienden a cortar o mancillar los puntos esenciales de las manifestaciones, creando toda una estética que tergiversa las versiones de los cultores populares, pero que una vez editadas y divulgada por la empresa se hace sobre-entendido que «esa es la verdadeder y única posibilidad de interpretación»
Por supuesto, estos trabajos deben ser leídos y estudiados por cualquier persona interesada en los estudios de la cultura, la historia o los procesos sociales, porque constituye la forma elemental de penetrar la modernidad, imponiendo un saber y unos valores partiendo de nuestras propias manifestaciones y elementos simbólicos, que se tornan en dos grandes dimensiones una la que representa a nivel de las comunidades y otra la que se mantiene a escala de las representaciones del nacionalismo. Cada contexto social ha producido su adaptación en el sistema simbólico, ya sea la consolidación de la economía petrolera y con ella del sistema de la modernidad capitalista que rompe con la economía agropecuaria tradicional o la migración interna hacia las urbes, casi despoblando la zona rural.
Los estados nacionales en América latina se han conformado de acuerdo a los patrones eurocéntricos, por tanto están llenos de parámetros ideológicos que conforman visiones desde la perspectiva que buscan mantener sometida a las mayorías, aunque se manifiestan respecto a la cultura con diferente impacto en cada país. Las multinacionales y empresas globales luchan por homogenizar a los consumidores, mientras simultáneamente generan diversas formas de fetichismo donde el capital trasnacional se oculta tras los nacionales y en operaciones tecnológicas, así como del idioma, de los espectáculos y del trabajo mismo desde el sitio de trabajo y del mismo estado nacional que hace concesiones que generan mayor ganancia. De manera que las corporaciones vinculan las imágenes de sus productos a las imágenes y símbolos de la nación de forma tal que su adquisición se constituye en un «deber patriótico».
En 1981 la empresa Bigott inició el salto de fabricante de cigarrillos a productora de la cultura popular venezolana, aunque insiste en que es una labor desinteresada y auténtica, la realidad devela un resultado completamente diferente. Aún recuerdo que mis compañeros del trabajo cultural por aquellos años haciendo el lobby, o añorando hacerlo para obtener algún beneficio económico de esta empresa. A través de ella se crearon nuevas formas de selección, de promoción de eventos, de organización y de proyección de las manifestaciones culturales, de manera que los talleres de Cultura Popular de la Bigott asumieron una imagen que trascendía a las y los cultores mismos, los grandes argumentos no era que fuero aprendidos de las o los maestros de tradición sino que «así lo dieron el taller de la Bigott», reemplazando incluso los valores simbólicos que las manifestaciones debían reguardar, lo cual convierte a esta empresa en una fuerza que contamina la esencia de los valores de la cultura popular tradicional.

Referencias
Guss, David. «A todo tren con Venezuela», en: El estado festivo: Raza, Etnicidad y Nacionalismo, Caracas, Ministerio de Cultura-Fundación de Etnomusicología y Folklore – FUNDEF, Traducción Yolanda Salas, 2005, págs. 125-174.
Ver:

Salas. Yolanda (2004) En nombre del pueblo. Nación, patrimonio, identidad y cigarro. Colección Monografías. Nº l. Caracas: Programa Globalización. Cultura y Transformaciones Sociales. CIPOST. FACES. Universidad Central de Venezuela, 50 págs.
Ver: